2010-07-28

ICIAR EN DICIEMBRE


En Noviembre, creo que fue en Noviembre... mi amiga poetisa Iciar me dijo que había un concurso de esos de poesía, Barcarola o algo así creo que se llamaba. Iniciativa del ayuntamiento de Albacete (creo). Nos animamos mutuamente y presentamos nuestras letras. En los días precedentes a enviar la solicitud me dijo que desde que me había hablado del concurso no le había escrito mucho, y se preguntó si tenía algo que ver con la competicion, a lo que respondí lo siguiente:

La vida nos atrapa
y solo regalos como los tuyos
o parecidos
me rescatan
de la anhedonia de mis días azules
llenos o no de sol.
De la rutina, del día a día
del no escribir todo el tiempo
ni a ti ni a nadie, ni a mi ni a nadie.

Tienes razón, me la suda la competición.
Se me había olvidado
y ni mucho menos
pensaba en cuadrilateros
aunque la idea de tenerte
en el otro lado de un perfecto cuadrado
con un calzón rojo brillante
no me disgusta
y seguro que así el combate
sería otra cosa, sin sangre.

Donde las rubias
y sus brillantes pezones
no serían la unica piel suave
sobre la lona
y tu danza
seguro que provocaría una rebelión
de esas que ya no hay en ningún lado
salvo en los putos campos de futbol

Pero una rebelión por otra cosa

Por tu revolución
por tu cuerpo
con tu entrepierna,
Tu lado convexo
tus agujeros.
Y tu vientre
y tu pecho
y el espacio entre ellos
entre el vientre y el pecho
entre el pecho y el pecho.
Por tu sonrisa.
Por tu declaración, llena de silencios
por esas palabras que gritas al tedio
que piensas, y que pocas veces escribes
o recoges con la pala de la desidia.

A ver si ganas el concurso
y lo celebras de la única manera
que merece la pena celebrar algo:
Deshaciéndote entre los brazos de tu hombre
y haciéndole deshacerse siempre por ti.
Cuanto más cueste, mejor…
más hacia deshacerse
porque sin deshacer, no hay hacer
Aunque sí desazón.

Vaya mierda de poeta que soy
que sólo cuando pienso en mis amigos
en los que hacen mi mundo
se me desatan los dedos
y se quitan los tirantes
de la dichosa jornada.

Y quiero marcharme de este lugar
hacia un faro
y pasarme dos semanas escribiendo
Solo. Con mis palabras Y su luz.
Y su oscuridad.
Que es la única oscuridad que tolero.

La próxima vez
te escribo algo más coherente,
con noticias,
con las cosas de la rutina neoyorkina,
novedades o no,
historias de ficción o realidades
coloreadas por la imaginación
o la memoria
o la simbiosis de las sinalefas de ambas.

Besos y palabras.
No tengo nada más que merezca la pena darte.


(obviamente, ninguno de los dos ganó nada... sólo los regalos que nos hicimos en forma de poemas en los días antes a la resolución)


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